Newerley Gutiérrez hizo parte del selecto grupo de catadores de café que llegó a Caracas, Venezuela, allí fue jefe de jueces y resonó como uno de los mejores catadores de Colombia.
Newerley Gutiérrez es del sur del Tolima y cuenta con más de 20 años de experiencia en el mundo del café de especialidad, por decirlo así: en las grandes ligas del planeta.
Además, es Coffee Taster, Q-Arabica Grader y Q-Processing Operator nivel 2, también uno de los organizadores del Top Roast, el concurso de café colombiano, tostado por empresas, agremiaciones y/o fincas del país, el cual identifica aquellos cafés que sobresalen por sus altos estándares de calidad y por sus cualidades que los hacen únicos en sus categorías, esto con el fin de reconocer públicamente el esfuerzo y labor detrás de ellos y generar referentes de alto valor al consumidor actual de cafés tostados.
En EL IBAGUEREÑO conversamos con él para conocer cómo está la región en el mercado del café internacional, entre otros temas:
Newerley: ¿Cómo ve el futuro del café de especialidad tolimense?
EL IBAGUEREÑO: Uno escucha lo que dice la gente cuando está afuera del Tolima, en el mundo se ha vuelto referente de Colombia, antes no sonaba, siempre era Huila, Nariño y Cauca, así como el Eje Cafetero, pero el Tolima no se escuchaba. Ahora uno ve el interés de los mercados en el café tolimense.
Mucho de lo que está pasando en el departamento se le debe a Planadas en gran parte, lo que ocurre allí es un fenómeno único a nivel nacional, no por nada es el tercer productor de café en Colombia y el primero en el Tolima. Estoy seguro que es el municipio en donde más laboratorios de catación hay, en toda su área hay 25 laboratorios.
Me muevo por muchas zonas del país, y no encuentro ningún otro lugar con estas características. Además, esto incluye la manera en la que las personas de Planadas trabajan, si usted le dice al campesino cómo puede mejorar el café, a los 20 días usted tiene muestras del café con sus mejoras, tienen toda la disposición, tienen el motor propio. Pero también hay que reconocer el trabajo de la empresa privada.
Usted recorre todo el país en busca de cafés de especialidad, ¿cómo es su trabajo con el territorio, con la comunidad?
Bueno, en primer lugar yo soy caficultor. Cuando me preguntan cuál es mi profesión, les digo que soy catador profesional, pero antes de ello soy caficultor profesional.
Nací en la finca, me crié en la finca en Herrera, Tolima. Siendo ya caficultor, esto me permite hablar el lenguaje del caficultor, y desde este lenguaje abordo al campesino en el territorio.
No necesito hacer mucho esfuerzo para esto porque los entiendo perfectamente, mi vereda queda a tres horas desde la cabecera municipal de Rioblanco, y desde Ibagué son 9 horas.
Desde mi origen comienzo a abordar mi trabajo en el territorio, y cuando uno se comunica con ellos no de forma técnica, sino práctica, el caficultor entiende y uno puede hacer trabajos magníficos con ellos.
El caficultor se enamora de lo que uno propone, y esa es la tarea, enamorarlo y volverlo realidad. Para el caficultor no hay matices, para ellos o es blanco o es negro, entonces uno debe ser muy claro a la hora de entenderse con ellos, si yo les hablo en lenguaje muy técnico, a partir de su conocimiento empírico, van a ver la curva muy alta y no lo van a hacer, pero si uno les explica, comprendiendo y respetando lo que hacen, de una le dicen “voy”, y salen resultados increíbles.
Hacemos un análisis de todo, primero vemos su finca, los campos, les recomendamos qué hacer, y ellos con toda la disposición obtienen maravillosos resultados.
¿Por qué defender el café de especialidad, el café exótico?
Somos defensores acérrimos de las variedades de café exóticos, porque a nosotros nos ha servido, en nuestra casa, en nuestra familia. A nosotros este café nos sacó del anonimato, nos mejoró la calidad de vida y por eso somos defensores de estos procesos.
Hay que ser conscientes de que son árboles diferentes a las variedades tradicionales, pero hacemos con los caficultores todo el proceso, y vamos trabajando con los cafés que ya tengan, haciendo procesos diferentes, somos muy amigos de las fermentaciones prolongadas, pues enriquecen los perfiles de manera increíble. Ganan cuerpo, dulzura y acides, vuelve la taza más compleja.
También es muy importante retroalimentar al caficultor, hacer un trabajo con cada uno, no hay una receta comunitaria en el café, todo cambia, cambia la finca, el clima, el terreno, y eso hace que cada finca sea diferente. Nosotros vamos asesorando a la gente para enriquecer las tazas, los perfiles, y esto lo hacemos a partir de la variedad, conservando el perfil original de la variedad, pero también sumarle cosas.
He probado tazas de variedad Castillo de 90 puntos, esta es una variedad que sí se compra, pero con una fermentación bien direccionada, con un proceso de beneficio bien logrado en un natural por ejemplo, nos hace ser conscientes de que la genética impacta, pero no necesariamente debo cambiar de variedad, la intención es poder mejorar los procesos.
Hay un amigo que siempre nombro, llamado Willington Gutiérrez, con él estamos haciendo un trabajo de naturales, hicimos unas recetas que aún seguimos perfeccionando, pero los resultados son increíbles.
Nosotros ayudamos al caficultor a crear la receta, ese perfil que él puede dar, obviamente respondiendo a una demanda del mercado, si el cliente asiático nos pide cafés afrutados, pues nosotros incentivamos los cafés con fermentaciones largas.
¿Cómo es el ejercicio comercial de su empresa?
Nuestro ejercicio comercial inicia con CAFÉ 100 AÑOS, es la empresa familiar y exportadora de cafés de alta calidad, de alta especialidad y lo que más nos piden son variedades exóticas.
Nosotros nos especializamos en que los perfiles sean muy diferentes, muy exóticos, y por eso nos buscan, por las características del café, tenemos aliados importantes en Asia, Estados Unidos, Canadá y Europa. Ya uno deja de ser caficultor de campo y la tarea se convierte en agarrar la maleta, el pasaporte, las muestras de café y recorrer llevando el café de esta tierra.
Para usted, ¿cuál es el caficultor de la actualidad, de la generación que llegó?
Como caficultores hemos hecho un poco mal la tarea, me encuentro caficultores con discursos por ejemplo “no por qué voy a hacer esto si a mis hijos no les interesa”.
Y uno habla de lo que conoce. Si yo a mi hijo le digo “si a usted le gusta el café, vamos a recolectar” y le pongo todo para bajar café en la ladera… así así… no lo voy a enamorar nunca. Y este es el modelo que ha vivido el café, de subsistencia, y yo todo eso lo viví, y por eso sé que así no hay forma de enamorar a nuestros hijos.
En cambio, si encuentro una forma de comercializar el café, haciendo un buen café, enamoro a mi hijo de este universo, esta es la tarea del caficultor de hoy, comercializar su café, entonces hay que decirle a nuestros hijos “vengan le enseño inglés, vengan aprendemos de barismo, de catación”, que aprendan a tostar y que hable el idioma del café, si los voy enamorando de ese lado, los muchachos se encantan y como caficultor el proceso avanza no solo en el territorio sino en el mercado. Le creo un desafío al muchacho, lo empodero y lo enamoro.
Y no es por desmeritar la labor del caficultor, el que hace la limpia en la finca, pero ya hay que ir avanzando, y empoderar a nuestros muchachos, ellos vuelan con tecnología, y el negocio debe continuar. Yo por ejemplo soy quinta generación de caficultor, y mis hijos han ido por este camino, obviamente a mí me toca la parte “bonita” de viajar, pero la idea es continuar con esta cadena en donde todos tenemos que hacer la labor para que se pueda ver el resultado, mis hijos son sexta generación y no se quieren ir del campo.
¿Cree que aún hay mercado para el café tolimense, de especialidad, pensando en el caficultor que aún no ha llegado a estos procesos?
¡Pero por supuesto! Es que eso no se duda, el mundo es muy grande. El mundo del café está creciendo, el café de especialidad crece casi el 10% anual, crece a un ritmo muy rápido. ¿Y por qué? Porque el que prueba un café de especialidad no vuelve, sigue ahí, y continúa comprando café de especialidad.
Lo que pasa es que hay que salir de la zona de confort, yo en la vereda vendiéndole a la cooperativa, no, sin criticar el modelo de cooperativa porque hacen un buen trabajo, sino hacia a otras empresas y aliados, consiguiendo clientes.
Y eso es muy importante quererlo hacer, no hay que llenarse de excusas, sino de argumentos.