lunes, septiembre 16

Que el terrorismo, la Inseguridad y el miedo no se tomen al Tolima

Son completamente escalofriantes los hechos de inseguridad que se han venido generando de manera creciente en el Tolima.

Por: Alejandro Rozo.

Estas situaciones se han venido presentando no solo en el sur del departamento, cuna histórica del conflicto y principal corredor de las FARC y otros grupos subversivos en su momento, también en el oriente del departamento y los más preocupante, en la zona norte Palocabildo y en el municipio de Anzoátegui, el cual limita con Ibagué.  En estos ataques terroristas y por la espalda, han utilizado drones para cometer actos violentos contra la fuerza pública, pasamos de cilindros bomba a drones explosivos.

Es totalmente inaudito que el gobierno nacional mantenga un cese al fuego mientras estos grupos disidentes o insurgentes avanzan generando temor y zozobra en los municipios del Tolima. Sigo sin entender la posición de las fuerzas militares que a sabiendas de lo que pasa y con el enemigo a la vista deben ponerse como carne de cañón con la prohibición de no poder tocar a estas fuerzas revolucionarias que sin lugar a duda se traen entre manos cosas mucho peores y con un trasfondo negro.

Para aquellos que defienden las tesis revolucionarias y se ponen del lado de esa tendencia en la que gravitan grupos armados, disidencias, extorsiones e inseguridad, quiero refrescarles la memoria con los recuerdos de un pasado negro al que no queremos volver: Hace 20 años era prohibido e imposible transitar por la vía que condice entre Alvarado y Mariquita, después de las 6:00 P.M viajar entre Ibagué, Alvarado y Venadillo, significaba encontrarse con la guerrilla, retenes ilegales, pescas milagrosas y secuestros, hasta en la parte alta del barrio especial El Salado se sentía la presencia de estos grupos armados ilegales. Hace 20 años no se podía ir al Totumo, corregimiento turístico a tan solo 15 minutos de Ibagué donde el puesto de policía fue destruido por la guerrilla, complementario a este hecho cercano no podemos olvidar el ataque al puesto de policía de Llanitos en el cañón del Combeima, a tan solo 10 minutos del casco urbano de Ibagué, ni olvidar el ataque de la guerrilla con morteros y cilindros a las instalaciones de la sexta brigada en el barrio Ancón. Lo anterior apenas menciona algunos de los miles de ataques terroristas que tanto afectaron a los municipios del Tolima y a la población civil.

No olvidemos todos esos municipios del Tolima en los que el puesto de policía, el banco, parque principal y hasta viviendas fueron destruidas a punta de explosivos y cilindros bomba: Prado, Dolores, San Antonio, Roncesvalles, Rovira, Rioblanco y otros más que sufrieron sobre manera en la época de mayor violencia y terrorismo.

Estas situaciones de violencia afectan el desarrollo de actividades económicas en estos municipios en los que de manera resiliente sus habitantes y victimas de la violencia han logrado desarrollar nuevas visiones y proyectos entorno a la caficultura (cafés espéciales), al turismo y otras actividades que permiten el desarrollo de las comunidades.

Si a estas situaciones de violencia no se les pone mano dura desde el gobierno nacional, si no se le permite a la fuerzas militares tomar armas para impedir el rearme de estas células armadas o nuevos grupos subversivos, la situación será creciente ante la falta de oportunidades en la inmensa ruralidad: el reclutamiento forzoso de niños y jóvenes, la reinserción de desmovilizados y mercenarios y otras forma de fortalecimiento de estos grupos disidentes, generará la reconfiguración del conflicto en Colombia en el que este brazo armado estará más que legitimado gracias a las conquistas políticas logradas por parte de las FARC durante estos años de “postconflicto”.

Valoro la gallardía de la Gobernadora del Tolima Adriana Magali Matiz al enfrentarse casi sola a estos grupos armados irregulares, el incesante clamor de esta mujer ante el gobierno nacional y las fuerzas militares se nota en cada reunión, espacio u oportunidad. Los tolimenses no podemos pasar de agache frente a tamaña situación que puede rajar al Tolima en cuanto a confianza inversionista, crecimiento de las economía rural y desarrollo del turismo en el Tolima. Necesitamos que se sienta la viva voz de todos los lideres del departamento: lideres políticos, congresistas, alcaldes, diputados, concejales, directivos gremiales y miembros de la sociedad civil. No podemos permitir que el Tolima vuelva a sufrir las inclemencias de una violencia que ha dejado un atraso histórico en el territorio, alzamos las voces o estaremos condenados a repetir la historia.